A diferencia de los frutos carnosos, los frutos secos tienen una concentración pequeñísima de agua en su corteza. Su interés económico y nutricional (son alimentos muy energéticos, ricos en grasas, en proteínas, así como en oligoelementos) los hacen un producto de gran valor.
Pero, ¿cómo se obtienen? Su producción es, muchas veces, desconocida; incluso por los profesionales del mundo de la agronomía que se preguntan desde cómo sembrar nueces, o cuándo se recogen las almendras, hasta cuáles son los cultivos de mayor interés. Hoy repasamos algunos hechos, especialmente sobre esta última cuestión, referentes a los frutos secos.
¿Por qué los llamamos frutos secos y no solo frutos?
Todos los frutos secos tienen una característica común que los diferencia de cualquier otro fruto del mundo vegetal: contienen menos de un 50% de agua en su composición. El fruto es una estructura vegetal que ha evolucionado para atraer a los animales y permitir la dispersión de las semillas que hay en su interior (lo que se denomina zoocoria), además de protegerla y nutrirla, en muchos casos.
En los frutos secos, sin embargo, esta estrategia no es la que ha evolucionado, sino que suelen tener un recubrimiento procedente del tejido de la planta madre que protege al ovario convertido en el fruto. Este fruto, a su vez, suele tener una corteza dura que protege la semilla (y que es la parte que nos comemos).
Requieren poca agua y son extremadamente rentables
Ya que contienen tan poca agua en su fruto, parece lógico que este tipo de plantas requieran poca agua. En general, los frutos secos son cultivos de secano. Esto permite una automatización más sencilla del campo, mediante riego por goteo, reduciendo la cantidad de fertilizantes y necesitando un control más laxo de las condiciones del suelo. Esta cuestión se traduce en un hecho: son cultivos que rentabilizan al máximo los niveles de producción por área de superficie.
El pistacho, en 2020, es el cultivo “estrella”
En España se demandan unas 15.000 toneladas anuales de pistacho, aunque solo se producen 3.000. Desde 2019, el interés generado en este cultivo está siendo extremo. Según se estima, en plena producción una hectárea puede dar 1.800 kilos de pistacho, y puede seguir con una buena producción durante dos o tres generaciones. Además, su mantenimiento es relativamente barato, por lo que su rentabilidad lo ha convertido en uno de los cultivos estrella de este año.
Almendro, avellano y nogal
La tríada más común de frutos secos, por su valor y por las cantidades de demanda y producción, consiste en el almendro, el avellano y el nogal. España es el tercer país productor del mundo. El sector del almendro está experimentando un proceso de reconversión y expansión muy importante. Según los últimos datos de FEGA (2017), el almendro ocupa el mayor porcentaje de superficie en toda la UE.
Por otro lado, la producción mundial de avellano se ha estabilizado en los últimos años, debido principalmente a la reducción de la cosecha en Turquía, siendo el 90% de la misma destinada a industria. El nogal es también una clara alternativa para muchas zonas de la Península Ibérica, ya que es una especie bien adaptada a la climatología y su fruto mantiene un precio estable o con tendencia al alza. Esto convierte a la nuez en un producto de alto interés y relativamente fácil de producir.