Todo sobre el cultivo, recolección y secado de la almendra

El almendro es uno de los cultivos más rentables de la actualidad. Tanto la demanda social como las exigencias administrativas, así como las características de este vegetal, lo sitúan como una gran alternativa de producción. Como ocurre con otros frutos secos, además del cultivo de la almendra, es imprescindible conocer el proceso posterior de recolección y secado. ¿Cómo funciona?

 

Todo sobre el cultivo de la almendra

Debido a su buena respuesta a las temperaturas cálidas, el crecimiento del almendro, a pesar de ser una especie adaptada a un ambiente templado y frío, progresa durante todo el año bastante bien. La temperatura ideal para el almendro está entre los 15 y 18 grados.

Con la llegada del verano, el almendro se cuenta entre las especies que mejor soportan el cambio de temperatura y la sequedad. Probablemente, uno de los peores eventos para estos árboles son las heladas, especialmente cuando el tiempo ya ha comenzado a cambiar, en primavera, ya que las yemas se destruyen a cuatro grados bajo cero, y las flores entre dos y tres grados bajo cero, por lo que una mala noche puede hacer estragos en el cultivo de almendra.

Teniendo esto en cuenta, los almendros necesitan de mucho sol, mucha luz y un drenaje adecuado, con suelos más bien secos. Las plantaciones suelen ser más efectivas a partir de árboles jóvenes o brotes, en vez de semilla.

Una vez plantado, el árbol ha de ser regado abundantemente, para mantener la tierra bien hidratada. No obstante, hay que recordar que son plantaciones que tienden bien al secano, por lo que el drenaje juega aquí un factor muy importante. A medida que crezca, el riego será programado. Lo más eficiente es utilizar riego por goteo, lo que nos ahorrará quebraderos de cabeza y recursos.

Sobre la fertilización, esta se realiza en primavera y temporadas de cultivo. Los almendros son relativamente sensibles al exceso de abonado. Por ello se recomiendan biofertilizantes que regulen de manera natural las necesidades del árbol. Un ejemplo de este tipo de abonos es Bulhnova, que ha demostrado asegurar la producción, o incluso incrementarla con un uso complementario de abono tradicional.

Existen tres tipos de floración según las variedades de almendro. Las extratempranas son las que florecen primero, a finales de enero o febrero. Las variedades tempranas comienzan a florecer a lo largo de febrero y a principios de marzo. Por último, las tardías lo hacen a finales de febrero o a mediados de marzo.

 

Todo sobre la maduración y recolección de la almendra

El almendro es un árbol característico porque su floración no es correlativa a la maduración de sus frutos. Es decir, la floración temprana no implica que la almendra esté lista antes, sino al contrario. Las variedades extratempranas y tempranas tardan, normalmente, más en madurar, recogiéndose entre agosto y septiembre. Sin embargo, las variedades tardías tienen un desarrollo más rápido, y suelen estar listas entre finales de julio y mediados de agosto.

La maduración, no obstante, depende mucho de la climatología puntual y la situación del cultivo. Por tanto, es importante mantener la atención en los signos de maduración. Así, cuando las almendras están listas para ser recogidas sufren un cambio significativo en su envoltura. Esta se agrieta, dejando la almendra a la vista.

Una vez detectado este fenómeno, es conveniente esperar a que se abra completamente, aunque no hay que dejar que caiga al suelo. La recogida puede hacerse mecanizada o con mano de obra. El vareo será prácticamente imprescindible, tras lo que se procesa el fruto, y se separan totalmente de la envoltura. Tras este proceso habrá que extenderlas en un lugar seco y ventilado para que terminen de secarse.

 

Todo sobre el secado de la almendra

Uno de los puntos clave de la recolección de la almendra es el secado. Si no mantenemos las medidas adecuadas nos arriesgamos a la aparición de gusanos o, peor, de la aparición de hongos que podrían poner en peligro toda la cosecha. Aspergillus spp es un hongo cosmopolita que puede colonizar rápidamente una gran cantidad de almendras secándose inadecuadamente. Este hongo produce aflatoxinas, una sustancia peligrosa para la salud.

Por otro lado, la aparición de gusanos puede estropear el resultado final o, directamente, impedir que el fruto alcance el mercado. El enranciamiento de la almendra también es una posibilidad. Todos estos problemas están ligados a la aparición de humedad (que suele ir acompañada de calor). Por tanto, el secado ha de hacerse en un lugar ventilado y seco.

También puede prevenirse una gran cantidad de daños desde antes de la recolección, manteniendo los árboles sanos, lo que evitará la aparición y reservorio de hongos e insectos. Al recolectar el fruto ha de evitarse dañar la cáscara, y ha de esperarse al punto adecuado de madurez.

El lugar de secado no debe estar por encima de una humedad relativa del 65% y 25ºC. Se suele extender la almendra sobre lona o rafia para evitar la acumulación de agua y se hace en capas de no más de 10 centímetros. Cada día se voltean y se extienden de nuevo para remover la humedad. Los locales tienen que tener aireación para dejar salir la humedad creada por el secado y permitir que se tape la cosecha por la noche con plástico para evitar que caiga la escarcha sobre ella.

Una vez la almendra está seca, esta se apila en montones para su almacenamiento. Las condiciones ideales implican pulcritud, montones ligeramente inclinados (para permitir que la humedad se vaya) y un buen aireado. De nuevo, la humedad relativa debe estar por debajo de los 65% con una temperatura de entre 10ºC y 15ºC. También se aconseja tapar o proteger la almendra contra la escarcha y acumulación nocturna.

 

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