El exceso de nitratos de los fertilizantes es una de las mayores fuentes actuales de contaminación, como se ha puesto de manifiesto en el grave caso del Mar Menor. Por suerte, también existen soluciones biotecnológicas para reducir su impacto en el medio ambiente. Uno de los puntos clave en la agricultura tradicional son los fertilizantes, un grupo de compuestos de los que ya hemos hablado en otros artículos y que, en resumen, sirven para aportar nutrientes al sustrato ya que los suelos no se consideran un recurso renovable. Si en esta clase de explotaciones no se tiene cuidado, se corre el riesgo de desequilibrar al ecosistema circundante, lo que podría provocar daños irreparables en el mismo, punibles con cuantiosas multas.
El problema de los nitratos en los fertilizantes tradicionales
Uno de los principales compuestos usados en los fertilizantes son los nitratos, unas moléculas con fórmula genérica NO3– que las plantas utilizan como fuente de nitrógeno. El nitrógeno es un elemento químico fundamental para el metabolismo vegetal, ya que forma parte de estructuras celulares tan importantes como los ácidos nucleicos (ADN y ARN) y las proteínas.
Los nitratos usados de manera descontrolada provocan la contaminación de las aguas subterráneas, debido a estas dos características:
En primer lugar, son compuestos muy solubles. Aunque esto es una ventaja a la hora de ser absorbidos por los cultivos, el exceso de agua de riego que los contiene acaba percolando a través de los materiales porosos del suelo, arrastrándolo consigo. Finalmente, acaban llegando a cuerpos de agua subterráneos (acuíferos por ejemplo) o superficiales (ramblas, ríos), que los transportan a su vez a masas de agua más grandes, como lagos, humedales, salinas o el mar, donde provocan un fenómeno conocido como eutrofización.
En segundo lugar, el nitrógeno es considerado un factor limitante del crecimiento de la biomasa de un ecosistema. Esto significa que las comunidades vegetales que viven en un cuerpo de agua, que son al fin y al cabo los productores primarios del mismo (la base de la cadena alimenticia), están adaptados a un ambiente bajo en nutrientes, y un incremento abrupto de los mismos puede producir explosiones de crecimiento de especies oportunistas.
La contaminación por nitratos del Mar Menor
La publicación reciente del estudio llevado a cabo por Tragsa, petición de la CHS, ha sacado a la luz que se estima que existen unas aportaciones de nitratos al Mar Menor de entre 8,5 y 11,6 hectómetros cúbicos al año, procedentes de la contaminación que sufre el acuífero cuaternario que bordea la laguna. Esta masa de agua subterránea recoge gran parte de los productos aplicados al suelo derivados de la agricultura del Campo de Cartagena, lo que está creando un grave problema medioambiental.
El vertido masivo de nutrientes a la laguna está dando lugar a la aparición de explosiones de algas unicelulares y de cianobacterias, las cuales impiden la llegada de la luz solar a la pradera inferior de Posidonia. Esto, a su vez, no solo lleva a la muerte de la misma, sino a la de todos los organismos asociados a dicho ecosistema, provocando un efecto dominó de consecuencias catastróficas cuyos efectos pudieron ser observados especialmente durante los días posteriores al DANA de octubre.
Bulhnova, una solución biotecnológica al problema de los nitratos
Aunque el problema medioambiental del Mar Menor puede que se encuentre ya en una situación muy complicada, debemos encontrar otras opciones diferentes a los tipos de fertilización tradicional para evitar que estos sucesos se repitan en el futuro, evitando también empeorar el estado actual de la laguna.
Una posible solución es el uso de biofertilizantes como Bulhnova, un producto formulado a base de bacterias simbióticas que ayudan a aumentar la absorción de nitrógeno y fósforo por parte de la planta, promoviendo su crecimiento y desarrollo sin necesidad de añadir abonos tradicionales y reduciendo por tanto el aporte de nitratos al medio. Este biofertilizante líquido se administra fácilmente con el riego, facilitando su dosificación y transporte.
Así, esta solución biotecnológica puede ayudar a remediar la situación del Mar Menor. Bulhnova elimina la necesidad de usar fertilizantes químicos convencionales, deteniendo los vertidos de nitrógeno y fósforo contaminantes.
Bulhnova posee el certificado CERES para la agricultura ecológica, ya que es un producto 100% respetuoso con el medio ambiente. Los ensayos de campo han demostrado que este biofertilizante es capaz de sustituir por completo a los abonos convencionales, conservando la producción agrícola a la vez que se reducen los niveles contaminantes, permitiendo una fertilización eficaz más sostenible y limpia.