Jorge Malo López-Román es Chief R+D & Product Development en Probelte. El desarrollo de nuevos productos es una responsabilidad esencial en una empresa innovadora y puntera como Probelte. Gracias a su trabajo, y al de todo el equipo que representa, surgen soluciones capaces de revolucionar la agricultura. Hemos hablado con él para conocer como es el trabajo tras las poyatas de laboratorio.
Microorganismos, los nuevos protagonistas de la agricultura
Desde la década de los 70, Probelte ha investigado y desarrollado numerosas soluciones para la agricultura. Entre las más prometedoras, sin duda, se encuentran los biofertilizantes. Estos basan su tecnología en microorganismos auxiliares capaces de todo tipo de maravillas. Pero, ¿qué tienen de especial y cómo se relacionan con el sector agro?
“Para que un microorganismo pueda ser interesante para la agricultura”, nos explica Jorge, “debe ser capaz de sustituir las funciones que actualmente llevan a cabo los agroquímicos, pero manteniendo sistemas agrícolas productivos, rentables, conservadores de los recursos naturales, ambientalmente sanos, y que aseguren alimentos de calidad y saludables”.
Obviamente, para esto no sirve cualquier microorganismo. “Habrá que seleccionar aquellos que se encuentran de forma natural y habrá que ser capaces de producirlos a gran escala y formularlos de tal forma que puedan cumplir su objetivo de la manera más eficaz”, explica el investigador.
“La naturaleza nos ofrece muchas oportunidades para encontrar microorganismos interesantes para la agricultura. Por una parte, están aquellos que se asocian a las plantas buscando beneficiarse de ellas y que al mismo tiempo las favorecen, como pueden ser las PGPR”. Con este acrónimo, Rizobacterias Promotoras del Crecimiento Vegetal, en inglés, el experto nos habla de un grupo bacteriano existente en los suelos y asociado a las plantas, ayudándoles a crecer y aportándole nutrientes.
“Por otra parte, existen microorganismos que son antagonistas de plagas y enfermedades de las plantas”, continúa. Este otro tipo de microorganismos pueden actuar como protectores de los vegetales. ¿Y cómo se encuentran los más adecuados?
Del campo al laboratorio
“Para seleccionar qué microorganismos pueden ser interesantes, se deben realizar muestreos en el campo y llevarlos al laboratorio, donde se realizarán aislados en diferentes medios de crecimiento”, continúa Jorge. “Una vez obtenidos estos aislamientos, se realizarán screening en los cuales se determinará la capacidad que tienen de cumplir un objetivo concreto”.
Imaginemos que queremos defender al cultivo de un hongo fitopatógeno. Lo primero sería buscar un cultivo atacado por este hongo y obtener una muestra. “Claro, ya que acompañando al hongo siempre aparecen sus enemigos naturales”, confirma. “Lo que nosotros haremos será aislar a los microorganismos y enfrentarlos al hongo en cuestión, en el laboratorio. Así podremos comprobar cuáles de ellos tienen alta capacidad para controlarlo”. Otra de las cuestiones tras comprobar su eficacia es determinar los metabolitos que producen.
“En el caso de los microorganismos biofertilizantes”, cambia de tercio, el experto, “se comprueba su capacidad de fijar nitrógeno atmosférico, solubilizar macronutrientes como el fósforo o el potasio o producir fitohormonas estimulantes del crecimiento vegetal, etc.”.
Tras el muestreo y la identificación, todas estas propiedades deben ser comprobadas a nivel de campo, es decir, en situaciones similares a las reales, donde aparezcan implicados todos los factores que podrán afectar al buen funcionamiento del producto final. “Si en estas condiciones reales los microorganismos seleccionados no cumplen los objetivos de eficacia marcados, deberán ser desechados y comenzar a trabajar en el laboratorio con otros aislados de microorganismos”, comenta el investigador.
Del laboratorio al campo, de nuevo
Comprobar la eficacia real de los microorganismos no es, ni mucho menos, el paso final. Tras esto, explica Jorge Malo, es necesario realizar dos pasos importantes: “por un lado, tenemos que diseñar un medio de cultivo óptimo que permita hacer crecer al microorganismo de forma rápida y productiva”.
Esto irá acompañado de un escalado en el proceso de producción, pasando desde pequeñas producciones en matraces de apenas medio litro, hasta su producción industrial en fermentadores de hasta 20.000 litros.
“Por otra parte”, continúa, “también será necesario diseñar una fórmula apropiada para su correcta aplicación en campo y que además sea estable durante el tiempo de almacenamiento marcado. Todos estos ensayos sobre producción de los microorganismos y formulación, han de hacerse con el máximo rigor”.
Una vez obtenido el prototipo final del producto, se crearán unas especificaciones de calidad del producto final, tanto a nivel biológico, como físico-químico. Estas permitirán testear los lotes de producción para garantizar que este producto llegue en las condiciones deseadas y con la eficacia necesaria a manos del agricultor.
Retos superados y a superar en el mundo de la agrobiotecnología
Para el investigador, la obtención de una solución agrobiotecnológica de alta calidad tiene un paso especialmente crítico en el proceso: “todos los pasos señalados anteriormente son importantes y necesarios, pero, quizás el primer paso, que sería el conseguir cepas con altas eficacias para el fin buscado, podría ser el más determinante a la hora de obtener un producto realmente de calidad”, confirma.
Un ejemplo de ello es Bulhnova, cuyas cepas registradas en la Colección Española de Cultivos Tipo (CECT) por Probelte, Azospirillum brasilense M3 y Pantoea dispersa C3, han sido escogidas por su eficacia a la hora de asegurar la biodisponibilidad de los macronutrientes y micronutrientes, además de estimular el crecimiento vegetal.
Este reto no solo atañe a su trabajo en Probelte, sino que lo extiende a todo el sector agrobiotecnológico. “Creo que el gran reto abarca todo lo señalado anteriormente, desde descubrir cepas de microorganismos con altas capacidades para su aplicación en la agricultura, hasta obtener productos estables, eficaces y fáciles de utilizar por el agricultor”, confirma el experto. “Esto sería a nivel tecnológico, porque a nivel social el gran reto es convencer a la sociedad y especialmente a los agricultores, que estos productos funcionan y que pueden ser unos grandes sustitutos de los insumos químicos. Su utilización puede disminuir algunos de los problemas principales que tiene nuestro planeta, como pueden ser la contaminación, la emisión de CO2, la aparición de resistencias, o el exceso de nitratos, entre muchos otros”, zanja el investigador.