Los romanos ya se dieron cuenta de que introducir agua de forma ‘artificial’ en los cultivos podría aumentar su rendimiento y conseguir mejores cosechas. Por esta razón, crearon un sistema de riego pensado para no depender de la lluvia a la hora de conseguir alimentos. Es el origen de los cultivos de regadío tal y como los conocemos actualmente.
¿Qué son los cultivos de regadío?
Se trata de aquellas explotaciones agrícolas que requieren de una gran cantidad de agua para su correcto desarrollo. Esto implica la instalación de infraestructuras de transporte y diversos elementos tecnológicos, como acequias, canales de riego, aspersores o sistemas digitales de control de riego, entre otros. Por supuesto, esto significa también una gran inversión económica.
Entre los cultivos que necesitan riego más habituales en nuestros campos destacamos las hortalizas, el arroz y un gran número de árboles frutales.
¿Qué tipos de regadío existen?
El sistema técnico usado en las explotaciones define los distintos tipos de cultivos de regadío existentes:
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por drenaje, que canaliza el agua para conseguir su mejor aprovechamiento
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por aspersión, que consigue un efecto parecido a la lluvia dispersando gotas de agua
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por infiltración en la tierra
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por goteo, que distribuye el agua a través de los agujeros de una tubería situada encima o debajo de la tierra
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por surcos, aprovechando la tierra para distribuir el agua entre todos los cultivos
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por inundación en bancales
Los sistemas de regadío por inundación o por surcos son de los más habituales en los campos actuales. En el caso del riego por aspersión, su implantación es cada vez mayor, aunque la necesidad de una inversión mayor la dificultad en muchas pequeñas explotaciones.
Factores para la elección de un método de regadío
En principio, no podemos decir que uno de estos métodos sea mejor que otro a la hora de llevar agua a una explotación. De hecho, la decisión de optar por uno u otro tipo de cultivos de regadío pasa por tener en cuenta diversos elementos:
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La topografía del terreno. Es decir, la existencia de pendientes, caminos, acequias, así como la longitud y anchura de la parcela.
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Las características del suelo, sobre todo su capacidad de retener el agua.
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El cultivo que se quiere desarrollar, y su necesidad de agua para desarrollarse.
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El acceso a la cantidad suficiente de agua, y a un precio razonable.
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La calidad del agua, que puede determinar incluso los componentes a usar en una instalación de riego y su coste final, tanto a nivel de instalación como de mantenimiento.
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El efecto en el medio ambiente, sobre todo en la posible erosión del suelo.
¿Qué diferencias hay entre la agricultura de secano y regadío?
Los cultivos de regadío y secano conviven en la mayoría de zonas agrícolas, según se valore esencialmente la existencia de posibilidades reales a la hora de regar un terreno.
La agricultura de secano es una de las más habituales en nuestro país. Se caracteriza por depender únicamente de la lluvia para aportar agua a los cultivos. Por lo tanto, las plantas deben aprovechar de manera progresiva la humedad del suelo para desarrollarse.
En consecuencia, este tipo de agricultura es respetuosa con su entorno y permite, también, un control exhaustivo de los recursos hídricos de una zona. Asimismo, con el uso de los insumos adecuados, resulta de fácil manejo y ahorra costos.
Por otro lado, los cultivos de regadío requieren de una inversión económica importante para la instalación de los sistemas adecuados en cada parcela, además de conocimientos técnicos específicos para garantizar su funcionalidad. Igualmente, hay que tener en cuenta que puede tener consecuencias negativas tanto en el mantenimiento de los niveles de agua de la zona como en la posible erosión de los suelos por el riego continuado.
Por lo tanto, podemos decir que la principal diferencia entre los cultivos de secano y regadío es el uso del agua y de las características del suelo, así como de los recursos humanos y técnicos correspondientes, para conseguir la mayor productividad posible.
¿Cuál genera mayor beneficio?
Al empezar en el mundo de la agricultura, muchas responsables de parcelas se preguntan si les puede resultar más rentable una explotación de regadío o de secano. La verdad es que no existe una respuesta concreta a esta pregunta, porque los resultados del cultivo dependen de muchos factores.
De hecho, si hablamos de rentabilidad debemos valorar factores como el hecho de que se trate de una explotación intensiva o extensiva, y el tipo de cultivo plantado, que pueda ofrecernos una o dos cosechas al año a un precio más o menos alto.
En definitiva, para saber el beneficio real de los cultivos de regadío o secano será necesario evaluar parámetros como las parcelas y variedades que dan mejores resultados, el coste económico del trabajo y otros muchos parámetros económicos.
Principales cultivos de regadío en España
Los cultivos que necesitan riego en España representan un 22% del total de tierras de cultivo existentes. En el año 2017, aumentaron más de un 2% siguiendo su tendencia positiva de crecimiento, pero esto no debe hacernos olvidar que los problemas de sequía de los últimos años han causado un descenso de las parcelas sometidas a inundación y un aumento del riego por goteo, que llega a superar el 80% en Murcia.
Si analizamos los datos por las diferentes comunidades autónomas, destacan en este tipo de cultivos las islas Canarias (con más de un 57,6% de tierras de regadío), la Comunidad Valenciana (el 45,2% de la superficie total dedicado a los diversos tipos de regadío), Murcia (con el 39,8%) y Cataluña, cuyas tierras dedicadas al cultivo de regadío representan más del 30%.
Estas cifras ponen de relieve los esfuerzos hechos en la agricultura para dar un uso más eficiente al agua, sin por ello disminuir las cosechas de los cultivos de regadío. En Probelte creemos en una agricultura sostenible y responsable. Descubre los productos Probelte que fomentan esta clase de prácticas.