Con el invierno encima, y todos los cuidados ya dispuestos para esta época, es momento de prepararse para las cuestiones más desagradables: las plagas. Las enfermedades e insectos que acompañan al frío pueden ser tan peligrosas como las que actúan durante el calor del verano. ¿Qué podemos hacer para prepararnos contra ellas?
Cuáles son las principales plagas de invierno
Los organismos que aprovechan al máximo el frío reinante para actuar sobre nuestros cultivos son bastantes más de los que solemos imaginar. Aunque su acción puede ser lenta, esa sensación de falsa seguridad puede hacer que nuestra percepción de la plaga quede mermada, por lo que no debemos quitar ojo. ¿De qué organismos estamos hablando?
El zabro
Zabrus tenebrioides, el zabro afecta a varios tipos de cereales, siendo una especie que aprovecha los meses fríos, especialmente antes de la primavera, para devorar los primeros tallos, raíces y otras partes de la planta. Este escarabajo pone los huevos en el suelo y las larvas excavan galerías en el suelo de hasta 30 cm de profundidad en las que se alojan durante el día.
Se pueden detectar porque es frecuente observar el extremo de la hoja atacada introducida en la galería. En la primavera, continúan alimentándose de las hojas de los cereales, y pupan en el mes de mayo, tras lo que pasan a su estado de imago, el escarabajo.
El minador
Existen numerosas especies denominadas minadores, muchas de las cuales aprovechan las inusuales condiciones frías del invierno para hacer de las suyas: la falta de predadores y el especial amparo que les ofrece el interior de la hoja son circunstancias muy ventajosas para la larva.
Esta se detecta por los túneles que abre comiéndose el contenido celular y dejando el apartado con más celulosa. Para poder contrarrestarlos podemos emplear un buen número de productos insecticidas, tanto para prevenir como para actuar contra la plaga en el momento en el que da la cara.
El tronchaespigas
Otra plaga que afecta especialmente a los cereales es Calamobius filum, conocido como tronchaespigas. Este ataca principalmente al trigo, pero también a la cebada y al triticale. Se puede indentificar a este insecto por su cuerpo alargado y estrecho de color negro, con antenas muy largas, aunque esto ya será en primavera.
El problema, en invierno, lo producen las larvas. Las hembras depositan un único huevo en el interior del tallo y estas se alimentan en el interior de la caña del cereal. La alimentación de la larva es lo que provoca la destrucción: la planta se debilita y la espiga se deseca de forma precoz.
La mosca blanca
Los aleuródidos son una familia de insectos hemípteros conocidos vulgarmente como moscas o mosquitas blancas. Aunque no les gusta especialmente el frío, estos insectos ponen sus huevos en el envés de las hojas para que las larvas crezcan cerca de una fuente de alimento cuando el clima es un poco más suave.
Las propias mosquitas son las que absorben la savia de las plantas con su aparato chupador, que también puede promover otro tipo de enfermedades. Esta plaga puede actuar durante la mayor parte del invierno, especialmente en el sur de la península ibérica, donde las temperaturas son más cálidas. Son insectos generalistas, nada especializados, lo que puede promover la expansión de la plaga por distintos tipos de cultivos rápidamente.
Además de las plagas, cuidado con los hongos
Aunque el invierno no es una época especialmente apta para la mayoría de hongos, que se aletargan ante el frío, las condiciones de lluvia y humedad sí que pueden promover la aparición de enfermedades más generales producidas por los hongos menos exquisitos. Así, la botrytis, el oidio o la lepra, entre muchos otros, pueden resultar un peligro imprevisto al que podríamos hacer frente previniendo su actuación con un buen fungicida.