La tecnología más «sencilla» es, muchas veces, la más interesante. Este podría ser el caso de los invernaderos, un tipo de aplicación que, con algunos conceptos simples, permite cultivar casi cualquier cosa en cualquier momento y lugar. También mejora la producción y la calidad de los productos agrícolas que se cultivan en sus interiores. Aunque claro, no todos los invernaderos son sencillos.
Qué es un invernadero y qué ventajas ofrece
Un invernadero no es otra cosa que una estructura específica pensada para controlar las propiedades ambientales de la zona agrícola. Según las necesidades, estos suelen consistir en estructuras metálicas o de plástico recubiertas con materiales translúcidos especiales. Estos dejan pasar la luz, pero permiten controlar la humedad, la temperatura y hasta la luminosidad, entre otras muchas cosas.
Existen otras versiones de invernaderos de cristal u otros materiales, pero, por cuestiones logísticas y económicas, las grandes superficies cuentan con estructuras con plástico, normalmente. Como decíamos, los invernaderos ofrecen, de esta manera, una serie de ventajas para el agricultor. La primera de ellas consiste en la creación de un microclima artificial. Este puede variar, incluso, por zonas del invernadero.
De esta manera, podemos optar a cultivar vegetales que de otra manera serían imposibles en la zona. Otro uso, incluso más común, consiste en generar una mayor productividad vegetal con un mínimo coste, reduciendo los tiempos, lo que aumenta la cosecha y maximiza la ganancia. Por último, y relacionado con todo lo anterior, un invernadero ayuda a proteger a las plantas o cultivos que están en su interior de daños ambientales como heladas, vientos, granizo, falta de humedad… e incluso de plagas externas como animales, insectos u hongos, si están bien controlados.
Cuáles son los cultivos de invernadero
En principio, cualquier cultivo puede beneficiarse de un invernadero. Estos son especialmente efectivos para proteger la germinación y el crecimiento de las semillas o para cultivos de fuera de temporada. Sin embargo, hay una serie de cultivos, por ejemplo, que se benefician o necesitan, directamente, de estas estructuras. Entre las hortalizas nos encontramos la acelga, la cebolla, el brócoli, la rúcula, los ajos, la alubia verde, el pimiento, la lechuga, el tomate, el pepino y la albahaca, por ejemplo.
Las fresas, el melón y el calabacín también se han vuelto cultivos típicamente asociados al invernadero. Existen también la opción de cultivo de frutales, aunque suelen ser casos extraordinarios. Un ejemplo específico de cultivo asociado casi siempre al invernadero es la uva. La parra, tanto para su protección como para su correcto desarrollo, suele protegerse con grandes y amplios invernaderos cerrados o semiabiertos. Por otro lado, también son necesarios los invernaderos, específicamente, para el cultivo de plantas ornamentales.
¿Qué tipos de invernadero encontramos?
Más allá de los materiales de los que hablábamos, los viveros más comunes suelen clasificarse en góticos, asimétricos y de capilla. Los primeros, como su nombre indica, tienen un arco gótico, ojival, de manera que permite albergar un mayor volumen de aire, proporcionando un mejor microclima e iluminación interior. Estos están diseñados para adaptarse a todo tipo de cultivos, particularmente a cultivos suspendidos y su construcción está orientada a proteger de climas extremos.
Los viveros asimétricos, o tropicales, cuentan con una geometría asimétrica, valga la redundancia, siendo uno de los lados de la cubierta más inclinado que el otro. Esta inclinación se diseña en función de la incidencia perpendicular que recibe de la luz al mediodía solar, durante el invierno, con el objetivo de aprovechar al máximo la radiación incidente. La ventilación de este invernadero suele ser fija y se produce a través de las aperturas localizadas en el centro de cada uno de los arcos estructurales que corren a lo largo de todo el techo.
Los viveros en capilla, o multicapilla, se caracterizan por la forma de su cubierta formado por arcos curvos semicirculares, y por su estructura totalmente metálica y más sencilla de montar y preparar. El empleo de este tipo de invernadero está pensado para climas templados y fríos, presentando una gran resistencia a fuertes vientos, así como rápida instalación al ser estructuras prefabricadas.
Estos tres tipos entran dentro de los denominados invernaderos multitunel, que permiten crear una estructura más extensa, en las dos direcciones del espacio del suelo, a diferencia de los invernaderos en túnel, que suele ser en capilla y con solo una «calle», diseñados longitudinalmente. Además de esta clasificación, también podemos diferenciar los viveros según su utilidad. De esta forma encontramos la zona de siembra, el invernadero de producción y la zona de aclimatación, destinada a transportar plantas, normalmente desde el semillero, a una zona con diferente clima.
Por qué es importante montar adecuadamente el vivero
Preparar correctamente todo lo necesario y optar por un vivero de buena calidad es una necesidad, y no una opción. Esto se debe a varias cuestiones, aunque la principal está directamente relacionada con el objetivo del invernadero: crear un microclima. Esto no es sencillo. Es una cuestión multifactorial compleja que supone diversos valores que hay que controlar a la perfección.
Un desajuste en los recubrimientos puede suponer la imposibilidad de controlar la temperatura o la humedad, por ejemplo. También puede implicar un exceso de radiación perjudicial para el cultivo. Otro factor importante es que permitiría la entrada de plagas. Por si fuera poco, un invernadero está siempre expuesto a las inclemencias del tiempo. En el caso de no estar correctamente montado será más fácil que se deteriore.
¿Cómo se monta un invernadero?
Aunque los procesos de montaje, materiales y otras cuestiones dependen de la empresa contratada para ello, existen algunas características básicas que se pueden identificar en todos los montajes de un invernadero.
Preparación de la tierra y nivelado de la superficie
Esta primera fase de la construcción es ineludible, y consiste en el nivelado de la superficie donde se instalará. Para ello, normalmente hay que contar con el movimiento de tierra pertinente para el correcto nivelado conforme a los criterios de evacuación de agua e inclinaciones que permitan mejorar las condiciones de trabajo en el invernadero. También consiste en la preparación como el desbroce, la limpieza y la adecuación del terreno, el desmonte y la formación de los terraplenes y, ya entonces, la nivelación, propiamente. Esta es la última fase del movimiento de tierras, y consiste en la nivelación del terreno según las condiciones del diseño.
Diseño y planteo de la cimentación
En esta fase se traza en el terreno, o sobre el plano de cimientos de la planta del invernadero, marcando los lugares donde se deben de realizar la excavación para la cimentación según el proyecto. Es una fase delicada, aunque rutinaria, en la que se dispone lo estudiado previamente en el proyecto.
Montaje de un invernadero
El montaje comienza por la colocación de pilares, con una cimentación con zapatas cilíndrica de hormigón. La instalación de los pilares se realiza una vez vertido el hormigón de la zapata. Previamente se realiza un tratamiento anticorrosivo a la base de los pilares con alquitrán. Una vez instalados se comprueba que no estén inclinados y se deja fraguar el hormigón.
Ya instalado el pilar se coloca el capitel y, posteriormente, se montan los canales, seguido del montaje de las cerchas. Estas se elevan y se colocan previamente montadas. Para terminar, se realiza el montaje de la perfilería en las superficies de cubierta y en los laterales, uniéndolos a los pilares laterales del invernadero y los refuerzos estructurales.
La última parte del montaje del invernadero consiste en la estructura propiamente dicha. Es entonces cuando se hace la instalación del material de cubierta y se procede a culminar los remates que quedan montando las instalaciones auxiliares, como el sistema de apertura de ventanas cenital, las puertas del invernadero y otros elementos estructurales.