El control biológico de plagas es una aproximación que permite al agricultor velar por una buena salud de su cultivo utilizando una menor cantidad de productos fitosanitarios. Esto tiene sus ventajas, como es el menor impacto, la mayor biodiversidad y el menor coste. No obstante, conseguirlo y mantener un campo productivo es complejo y hay que tener muy claro que es un proceso delicado y lleno de matices.
¿Qué es el control biológico de plagas?
Como su nombre indica, el control biológico de plagas se refiere a la posibilidad de reducir la afección de plagas y enfermedades provocadas por diversos organismos en el cultivo utilizando, a su vez, otros organismos o propiedades de los mismos. Es decir, no utiliza elementos químicos externos, como los insecticidas tradicionales.
En vez de eso, se controla la aparición y expansión de una posible plaga utilizando otros animales o microorganismos que compiten por el mismo nicho ecológico, eliminando los recursos que necesita la plaga. También puede hacerse control utilizando organismos predadores de las plagas o, incluso, emplear algunas de sus propiedades para controlar su aparición.
Cómo se consigue el biocontrol
El control biológico es algo que depende de cada especie concreta. No existen patrones generales ni medidas sencillas. Hay que enfocar el biocontrol a cada especie. Así, mientras que algunas, como los pulgones, pueden ser controladas con mariquitas, cuyas larvas y adultos son muy voraces, los trips pueden reducirse con crisopas.
La gran mayoría de insectos mueren por las sustancias que producen microorganismos como Bacillus thuringiensis, que solo afecta a las plagas que tratan de alimentarse de la planta. Uno de los puntos importantes del control biológico es, precisamente, que permite respetar la salud del suelo y de los organismos que forman el ecosistema.
Volviendo a la cuestión, para conseguir el control biológico, en primer lugar, debemos saber contra qué luchamos. Una vez elegidas las especies que más nos preocupan, deberemos identificar qué microorganismos son antagonistas de estas plagas, por competición, por predación o por incompatibilidad de estas. En tercer lugar, deberemos evaluar la relación entre las diversas medidas que elegiremos: algunas serán incompatibles entre sí, porque son competidoras. Debemos tener en cuenta que cada plaga o enfermedad suele tener antagonistas naturales, especies o cepas que se han especializado en su mismo nicho, lo que hace que sus características sean más efectivas a la hora de controlarla. Igualmente, no todas las especies que actúan como controladoras biológicas sirven para combatir todos los ataques y enfermedades. Hay que seleccionar al microorganismo conociendo su eficacia contra el problema que queremos abordar. Solo entonces podremos pensar en una estrategia de acción.
Por qué buscar el equilibrio con el control biológico
Todo esto, a simple vista, parece muy complicado. En realidad no lo es tanto, solo es necesaria cierta información. Aun así, ¿por qué tomarse tantas molestias? La razón está en el equilibrio. Los cultivos más equilibrados son aquellos que mejor calidad producen. También es una apuesta a largo plazo. Si sobreexplotamos un suelo podemos acabar con su salud, lo que implica restar salud al suelo y, con ello, los recursos en los años que están por venir.
Además, con el control biológico permitimos una interacción ecológica más natural que permite a los insectos auxiliares hacer su trabajo polinizando y ayudando a controlar. En otras palabras, que promueve, en sí mismo, el propio control biológico.
No obstante, como la productividad no se puede olvidar y a veces es complicado mantenerla solo con este tipo de medidas, podemos aprovechar opciones ecológicas que ayuden a dicho control. Los microorganismos entomopatógenos y otras sustancias naturales, así como biofertilizantes de Probelte basados en soluciones con microorganismos promotores del crecimiento, pueden ayudar a potenciar el control biológico.