El cultivo de frutas y verduras supone una importante fuente del total de ingresos anuales de nuestro país, en gran parte, gracias al privilegiado clima que posee la gran mayoría del territorio ibérico para la germinación y desarrollo de una gran variedad de plantas.
Dentro del territorio nacional, las comunidades autónomas que más toneladas de cítricos cosechan al año son, por este orden, Andalucía, Valencia y Murcia. En todas ellas los agricultores se enfrentan en ocasiones a diferentes problemas que pueden provocar la caída del fruto antes de que se produzca su cosecha, lo que provoca una pérdida económica. Otras veces también se produce la pérdida de las hojas del árbol, síntoma claro de que está sufriendo algún tipo de estrés.
La caída de las hojas
La defoliación no natural que acontece en algunos cultivos suele ser síntoma que algo está causando estrés a la planta. Ante un problema de esta índole, se debe recurrir con rapidez a la ayuda de algún experto que nos pueda indicar qué condición o condiciones en particular están provocándolo.
Las causas más comunes de defoliación en los cítricos suelen ser las siguientes:
El agua suele ser un factor típico que puede provocar daño a los cultivos, tanto por su exceso como por su carencia. Los cítricos suelen preferir suelos húmedos bien drenados, con pHs ligeramente ácidos. Un riego demasiado generoso, o la abundancia de lluvias, pueden provocar la anegación del terreno de cultivo durante largos periodos de tiempo si en el mismo existen materiales impermeables que impidan evacuar el exceso de agua, lo cual podría provocar daños por anoxia en la zona radical.
Por otro lado, la carencia de agua puede provocar también estrés hídrico a la planta, que acabe finalmente por perder el follaje si la situación se prolonga en el tiempo.
Otro factor a tener en cuenta es el frío, especialmente si vivimos en una zona con riesgo de heladas, las cuales pueden afectar gravemente a este tipo de árboles.
La caída del fruto
La caída del fruto puede deberse a varias causas, muchas de los cuales pueden ser evitadas tomando las correspondientes precauciones.
La gran mayoría de frutos se desprende por la parte del cáliz de la antigua flor, dejando el pedúnculo amarrado al árbol mientras que el grueso de los mismos cae al suelo. Dicha separación se produce debido a una serie de transformaciones citológicas que se dan en una zona que se conoce como la capa de abscisión. En ella, se producen fenómenos de degradación de las paredes celulares por la aparición de ciertas enzimas hidrolíticas, entre las que destacan la celulasa y la poligalacturonasa.
Este fenómeno natural debilita la sujeción del cítrico, que acaba desprendiéndose gracias a la ayuda de algún factor externo como puede ser el viento.
Algunas variedades de cítricos son más proclives a presentar caída del fruto, entre las que destaca Washington Navel y Navelina, dos naranjas cuyo cultivo está muy extendido en España. En cuanto a mandarinas, las más sensibles son Clementina Fina y Hernandina.
Otros factores que pueden provocar también este problema son la rotura del pedúnculo (normalmente debido a fuertes vientos), respuestas frente a situaciones de estrés que esté sufriendo la planta, o caídas premaduración, las cuales se pueden producir con más frecuencia en algunas variedades.
Algunas fitohormonas juegan un importante papel en la regulación de la maduración del fruto, y por tanto pueden evitar o empeorar en cierta medida este fenómeno. Así pues, el etileno provocará la maduración prematura los frutos, lo que conducirá a una mayor tasa de caída de los mismos. Las hormonas de la familia de las auxinas, sin embargo, producen el efecto contrario, retrasando también la coloración exterior del mismo. La más utilizada es con diferencia el 2,4-D, la cual tiene un efecto potenciado cuando se acompaña con ácido giberélico.