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¿Cómo afecta el cambio climático a la agricultura?

diciembre 2, 2019

El cambio climático representa una de las mayores crisis mundiales a las que la humanidad se va a enfrentar a medio plazo, aunque sus efectos ya se están dejando ver. Al ser la agricultura una actividad dependiente del clima y del entorno, es lógico suponer que va a ser una de las más afectadas por el calentamiento global; y en muchos lugares ya se están haciendo estudios para tratar de adaptar las técnicas agrícolas a una realidad cada vez más cercana.

¿Qué es el calentamiento global?

A lo largo de la historia, la Tierra ha sufrido varios ciclos de enfriamiento y calentamiento que son consecuencia de distintos procesos naturales, como son los cambios en los parámetros orbitales de la Tierra, épocas de vulcanismo intenso, deriva continental, etc.

Sin embargo, ciertas actividades humanas parecen estar teniendo un impacto notable en acelerar este cambio, especialmente las que implican la liberación masiva de gases de efecto invernadero a la atmósfera como el CO2 y el metano, procedentes sobre todo de la quema de combustibles fósiles y de la ganadería extensiva.

La agricultura moderna también está involucrada en la producción de gases invernadero, especialmente CO2 y óxido nitroso. Determinadas mejoras, como el desarrollo de técnicas para capturar el metano del estiércol o un aumento en la eficiencia del uso de fertilizantes, podrían reducir de forma significativa el impacto de la misma en el calentamiento global. Un ejemplo de ello es el desarrollo de biofertilizantes como Bulhnova, basados en microorganismos simbióticos y que no contaminan.

¿Cómo afecta el cambio climático a la agricultura?

Se calcula que el calentamiento global va a afectar de forma diferente a las distintas áreas geográficas cultivables. En algunas de ellas, ligeras subidas de temperatura implicarán la pérdida de fuentes de agua dulce, desertificación y, por tanto, degradación del suelo; 3 factores vitales de los que dependen los cultivos. En dichas zonas, la modernización de las técnicas agrícolas y la transición a cultivos mejor adaptados a climas cálidos y secos parece ser la mejor baza que los agricultores pueden jugar para hacer frente a la crisis, llegando incluso a desplazar la época de los cultivos estivales a otoño o invierno. El cambio de clima también podría favorecer la extensión de plagas y malas hierbas. Este es el caso de la zona sur de Europa, el área mediterránea, y por tanto, de España.

No todo son malas noticias, sin embargo. El deshielo y el calentamiento de las zonas más frías podría generar nuevos terrenos aptos para el cultivo en lugares donde solo se importan o se llevan a cabo en invernaderos durante parte o la totalidad del año. El alargamiento de las estaciones cálidas podría acelerar así mismo la floración y cosecha de muchos cultivos, sobre todo en la zona norte de Europa y del continente americano, donde vastas extensiones de tierra podrían convertirse en los principales importadores de alimentos en un futuro cada vez más cercano.

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