Certificados de agricultura sostenible. Cuáles son y cómo conseguirlos

En las últimas décadas, todos hemos escuchado con cierta frecuencia el término “agricultura ecológica”. Muchos agricultores conocen el concepto e incluso han optado por llevar a cabo una transición desde sus cultivos tradicionales, efectuados con el uso de cualquier técnica y producto que la ley permite, hasta la creación de cultivos ecológicos, obteniendo los certificados y ayudas de agricultura ecológica correspondientes, variando el modo con el que sus vegetales son obtenidos.

Sin embargo, el concepto de agricultura sostenible resulta mucho menos familiar tanto para los consumidores como para los productores, siendo este un concepto más novedoso que engloba una serie de prácticas con enfoque más amplio que la mera agricultura ecológica.

¿En qué consiste la agricultura sostenible?

Al igual que la ecológica, la orgánica u otras, la agricultura sostenible consiste en un modelo de agricultura alternativo, es decir, que integra los procesos naturales en la producción, reduce la utilización de factores externos de aumento de producción, como los fertilizantes, y busca la mejora de la salubridad de la explotación.

En concreto, la agricultura sostenible, según define la ONU, es aquella que garantiza la seguridad alimentaria mundial y al mismo tiempo promueve ecosistemas saludables y apoya la gestión sostenible de la tierra, el agua y los recursos naturales. La agricultura sostenible se caracteriza por minimizar los elementos externos añadidos al sistema mediante una agricultura responsable.

¿Cómo se obtienen los certificados de agricultura sostenible?

Al igual que ocurre con la agricultura ecológica, existen numerosos organismos certificadores de agricultura sostenible. Estos están constituidos por empresas y entidades independientes que exigen una serie de requisitos para otorgar el sello de certificación.

Entre los más prestigiosos y conocidos están Ecocert, Rain Forest, ECO Control o AENOR. Sin embargo, cada uno de estos «sellos» tiene unos requerimientos particulares, marcados a partir de las pautas determinadas por la Comisión Europea (en el caso de España), para el desarrollo de una agricultura sostenible, pero no desde la legislación.

A diferencia de lo que ocurre con la agricultura ecológica, no existe un marco regulador tan concreto en torno a la agricultura sostenible. Sus pautas varían de una entidad a otra y de unas necesidades a otras. Aun así, la ley evoluciona rápidamente en busca de un consenso que permita al agricultor tomar decisiones efectivas y prácticas para adoptar una agricultura más respetuosa con el medio y la producción.

La sostenibilidad está en las manos del agricultor

Para abogar por una agricultura más adaptada a estas premisas sostenibles, mientras no exista un marco legislativo claro, lo mejor es adaptar las prácticas con el objetivo de reducir los aportes externos, aprovechando al máximo las características vegetales.

Reducir la cantidad de productos externos, como herbicidas, fertilizantes convencionales o fungicidas y bactericidas es un punto esencial para velar por una agricultura más sostenible. Cambiar las prácticas comunes por otras más respetuosas con el medio es una premisa esencial que nos ayudará, desde ya, a completar los requisitos de cualquiera de estas certificaciones.

 

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