Los fertilizantes son un grupo de sustancias orgánicas e inorgánicas que se usan para mejorar la cantidad y calidad de las cosechas. Su uso es casi tan antiguo como la mismísima agricultura, cuando los primeros agricultores se dieron cuenta de que al mezclar estiércol de ganado, huesos machacados o cenizas con la tierra al labrarla conseguían mantener la fertilidad de la misma. Lo que desconocían es que, con esta práctica, estaban añadiendo nitrógeno, fosfato y potasio: los 3 macronutrientes vegetales más importantes de los fertilizantes.
Durante el siglo XVII, J. Von Liebig hizo importantes descubrimientos sobre nutrición vegetal, llegando a producir los primeros fertilizantes químicos; lo cual supuso un paso gigantesco en el desarrollo de la agricultura moderna y en la producción masiva de vegetales.
Uso masivo de fertilizantes e impacto ecológico
A pesar de que el desarrollo de los fertilizantes químicos ha permitido que se cultiven más plantas en menos espacio y, por tanto, sean una de las principales causas de la explosión demográfica que hoy en día conocemos, su uso indiscriminado también ha provocado una serie de problemas medioambientales que suponen un peligro para la flora, la fauna y las personas.
Al presentar en su composición moléculas muy solubles para facilitar su aplicación y absorción, el exceso de lluvias o riegos provocan el lixiviado de las mismas a las capas freáticas de la zona, o la contaminación de los sistemas de agua dulce y salada, lo que provoca un fenómeno que se conoce como eutrofización.
La eutrofización consiste en un crecimiento explosivo de algas y otros microorganismos acuáticos producido por la aparición repentina de una serie de nutrientes que antes tenían limitados, lo que provoca que consuman todo el oxígeno del agua y la vuelvan turbia, llevándola finalmente al colapso.
Agricultura moderna y desarrollo de los Bioestimulantes
Como ya hemos hablado con más detalle en post anteriores, los bioestimulantes son un grupo de sustancias de reciente aparición en el mercado que, aunque no son fertilizantes en sí, ayudan a la planta a nutrirse y mejoran las resistencias naturales de la misma a las enfermedades y las plagas, lo cual se traduce en un incremento de las cosechas. Así mismo, tienen la ventaja de que no son contaminantes, pues están compuestos de sustancias orgánicas que no añaden nutrientes masivamente a la tierra.
Un grupo de ellos están basados en el uso de bacterias vivas simbióticas, las cuales se asocian a las raíces de las plantas y tienen numerosos beneficios, entre los que se encuentran la fijación de nitrógeno atmosférico y la solubilización de los fosfatos del suelo. Este precisamente es el caso de Bulhnova, uno de los productos estrella de Probelte, en cuya composición podemos encontrar a las bacterias P. dispersa y A. brasilense., cuyos resultados han sido testados cuidadosamente para conseguir una nutrición óptima y respetuosa con el medio ambiente de nuestros cultivos.
Los fertilizantes son un grupo de sustancias orgánicas e inorgánicas que se usan para mejorar la cantidad y calidad de las cosechas. Su uso es casi tan antiguo como la mismísima agricultura, cuando los primeros agricultores se dieron cuenta de que al mezclar estiércol de ganado, huesos machacados o cenizas con la tierra al labrarla conseguían mantener la fertilidad de la misma. Lo que desconocían es que, con esta práctica, estaban añadiendo nitrógeno, fosfato y potasio: los 3 macronutrientes vegetales más importantes de los fertilizantes.
Durante el siglo XVII, J. Von Liebig hizo importantes descubrimientos sobre nutrición vegetal, llegando a producir los primeros fertilizantes químicos; lo cual supuso un paso gigantesco en el desarrollo de la agricultura moderna y en la producción masiva de vegetales.