La agricultura hidropónica sigue siendo un tipo de cultivo de nicho, lo que no le resta un ápice de importancia e interés. Este método permite aprovechar mejor el espacio y los recursos, controlando al máximo la plantación. Sin embargo, no deja de ser un gran desconocido para muchos agricultores. Este sistema puede ayudar a comenzar los primeros estadios del cultivo de manera controlada. Pero, ¿qué pasa cuando queremos trasplantar?
¿Qué es un cultivo hidropónico?
La hidroponía consiste en un método utilizado para cultivar plantas usando disoluciones minerales en vez de suelo agrícola. De esta forma, las raíces reciben una solución nutritiva disuelta en agua con los elementos químicos esenciales para el desarrollo de la planta. El medio de cultivo, por tanto, puede ser una solución acuosa o un medio inerte como arena, grava o perlita.
En condiciones naturales, el suelo actúa como reserva de nutrientes y minerales, pero el suelo en sí no es esencial para que la planta crezca. Cuando los nutrientes minerales de la tierra se disuelven en agua, las raíces de la planta son capaces de absorberlos. Casi cualquier planta terrestre puede crecer con la hidroponía, aunque algunas pueden hacerlo mejor que otras.
-Te puede interesar: ¿Qué son los cultivos hidropónicos?-
¿Cuándo se trasplanta de hidroponía a suelo?
Como ocurre en cualquier otro tipo de cultivo, el trasplante es un proceso del que depende el éxito de la plantación. Esto debe de hacerse rápido, pero con cuidado, ya que es un momento donde la planta sufre mucho estrés. Una vez que ha terminado el proceso de germinación es momento de trasplantar el cultivo al sistema hidropónico. ¿Cómo se hace?
En primer lugar, hay que dejar claro que las plántulas tienen que salir del semillero con raíces visibles. Para esto, lo mejor es lavarlas con sumo cuidado. El germinador puede ser un auténtico problema a la hora de limpiar las raíces. Estas cuentan con partes muy pequeñas y delicadas. Por suerte, estas no estarán del todo desarrolladas en la plántula por lo que con bañarlas en un recipiente de plástico, por ejemplo, o con un chorro de agua muy suave, será suficiente.
Antes de limpiar la raíz, será importante tener el soporte preparado e instalado. Dependiendo de si es en bolsa, en canal o en maceta, tendremos listos los puntos de plantado con el soporte: solución acuosa, perlita o arena. El sustrato, de ser físico, debe estar húmedo, pero no necesariamente encharcado.
Otro aspecto importantísimo, y normalmente olvidado, es asegurarnos la inocuidad del sustrato. En el caso de la arena y la perlita, estas deben estar adecuadamente lavadas. Se recomienda proceder a su desinfección previa, y un lavado posterior, para evitar el ataque de hongos y otros patógenos escondidos en el sustrato.
Con los puntos listos, abriremos un hueco en el sustrato duro, dejando suficiente espacio en la raíz de la plántula para que esta pueda desarrollarse sin problema. Colocamos la plántula y tapamos presionando ligeramente. Es importante que no lo hagamos fuerte para que la presión no dañe la raíz. Es mejor que el sustrato quede esponjoso para darle facilidades a la raíz.
Los aspectos concretos dependerán del tipo de cultivo y el soporte elegido. En términos generales, los cultivos hidropónicos no tienen dificultad ninguna, por lo que no será difícil realizarlos.